2009/07/07

Pintura, Museos

Todos hemos visitado exposiciones de pintura en Museos, todos hemos ido a ver magníficos cuadros al natural que sólo conocíamos por reproducciones. Todos sabemos la emoción que hemos sentido delante de un cuadro determinado. No necesariamente el cuadro que íbamos a ver, o el que va a ver todo el mundo después de hacer largas colas. A veces la emoción espera en una sala que recorremos medio distraídos. O bien, en la pared que está junto a la pared en la que cuelga una obra maestra, hay un cuadro que no tiene un muro de personas enfrente mirándolo a todas horas. Y ahí es donde nos detenemos, donde nos quedamos clavados en el suelo, porque no podemos creer que alguien haya visto y sido capaz de pintar tanta belleza, y que la belleza pueda ser tan inquietante .
Puede ocurrir en el Museo del Prado, en el Louvre, en el British, en los Uffizzi, en un pequeño museo de una ciudad de provincias, en una iglesia,.. Habremos hecho un viaje corto o largo para estar frente a ese cuadro, para sentir esa emoción. Quizá sólo podamos verlo una vez en la vida, esa vez que recordaremos siempre y hará que los siguientes cuadros sean o no hermosos en relación a la emoción que nos produjo ese cuadro.
Yo recuerdo "mi" cuadro, lo ví dos veces hace treinta años. Es un viaje que no he repetido y no he vuelto a ver "mi" cuadro, pero vuelvo a verlo cuando pienso qué es Pintura, qué puede llegar a ser la Pintura y por qué quiero pintar.

En las charlas TED, Tom Wujec explica cómo organizamos el mundo visualmente usando nuestro cerebro. Es una charla muy corta, solo seis minutos, para un tema muy extenso, pero es un ejemplo visual sobre la vista, la percepción, la emoción y la construcción del mundo.



Volviendo al Museo, hay alguien que convive con "mi" cuadro y que puede contemplarlo cada día. Si es muy afortunada, esa persona puede convivir con "su" cuadro y contemplarlo siempre que quiera. Las fotografías de Andy Freeberg muestran a las mujeres guardianas de los Museos rusos. Sentadas durante años en salas llenas de obras de arte, algunas de éstas mujeres llegan a mimetizarse de algún modo con las obras que las rodean: en su peinado, su postura o con el estampado que han elegido para vestirse. Todas interactúan con las obras con su sola presencia, como en esta fotografía en que un Jesús de Andrei Rublev parece dirigir toda su atención y compasión a alguien que está simplemente... distraído.



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