2010/03/05

Anish Kapoor: la escultura de un cuadro



La escultura que Anish Kapoor presenta en el Guggenheim de Nueva York hasta el 28 de marzo de 2010 lleva la pintura adonde nunca había llegado.
Un cuadro es una representación en 2 dimensiones de una realidad en 3 dimensiones. Es pues una ilusión, un artificio, que utiliza los colores, la línea o la perspectiva para representar una realidad nueva en una pared. Es la ilusión de una ventana siempre abierta en un muro cerrado.
En la visita al Guggenheim podemos ver colgados en las paredes de varias salas cuadros de Modigliani, Juan Gris, Braque, Matta o éste Picasso, como parte de la exposición "París y las Vanguardias", con ejemplos de pinturas que hacia 1910 o 1920 desafiaban el academicismo mediante nuevas propuestas como el cubismo o la abstracción.




Pablo Picasso, Mandolin and Guitar (Mandoline et guitare), Juan-les-Pins, 1924. Oil with sand on canvas, 140.7 x 200.3 cm. Solomon R. Guggenheim Museum, New York 53.1358


Y tras ver estos cuadros, entramos en la sala donde la enorme mole de acero kor-ten de Kapoor ocupa casi todo el espacio con su color ocre anaranjado y su forma ovoide. Tiene una presencia ineludible y también muda, inescrutable, gracias a sus remaches que la hacen hermética. Podemos rodearla, si despistamos por un momento al guarda de la sala, excepto en el punto en que se funde con la pared. -¿Por qué lo hace? ¿continúa en otra sala completando su forma al otro lado de la pared?- Salimos de esta sala en busca de una respuesta y vamos hacia otra sala que hay en un recodo tras subir unos escalones, y en la pared donde estaría el volumen de la escultura que falta en la primera sala, hay un cuadrado de 1,50m x 1,50m aproximadamente, centrado en la pared, como un cuadro. Su color negro destaca en los muros blancos y nos acercamos recordando el "cuadrado negro" de Malevitch. Pero éste cuadrado negro es diferente. Muy diferente. Porque cuando te asomas al cuadro que ha colgado Kapoor en la pared la Pintura pierde la partida, su ilusión de vacío no es ilusión y lo sabes. Te asomas a un cuadrado negro que es una incógnita real, es la oscuridad de un espacio del que ni siquiera adivinas las dimensiones o los límites y del que sin embargo eres muy consciente porque en la otra sala acabas de ver su volumen exterior. Lo escrutas, te acercas con decisión, te alejas con incredulidad porque no se deja definir. Es vacío y está ahí. Sigues mirando un rato, esperas que cuando tus pupilas se acostumbren a la oscuridad vislumbrarás su forma que ahora ya sabes es ovoide. Pero nada, por más tiempo que pases frente a él, la pared es inmaculadamente blanca y el cuadrado es un espacio inescrutablemente negro
Y cuando bajas al hall, sales del edificio y caminas por la calle recordando los cuadros de Picasso, Braque, Miró, Modigliani, que acabas de ver hace un rato, con sus revolucionarios esfuerzos por captar la luz, por romper la forma o por dibujar con el color, ahora te parecen amables y anecdóticos. La escultura del cuadro ha hecho que te asomes a una incógnita, un paso más allá de una ilusión.

1 comentario:

  1. Tal vez sólo ilusión. ¿No da más de sí? ¿A dónde nos lleva? ¿Quiere realmente generar la escultura de un cuadro? ¿O quiere introducirnos tal vez en el vacío?

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