2009/10/28

Un lugar seguro

















 Imagen: Fred Wilson, "Safe House II, (Speak of Me as I Am)", 2003

Un espacio seguro es el título de una interesante entrada en el blog de arte Art21. En el artículo varios profesores de arte comentan maneras de ofrecer a los alumnos un espacio seguro en el que puedan aprender, estudiar y crear. Para ello proponen al alumno el uso de una libreta de apuntes en la que volcar ideas y proyectos, trabajar fuera de clase para aplicar los conocimientos que han aprendido allí y al profesor le proponen que organice bien el tiempo de clase. Llegan a la conclusión de que los espacios a los que dan forma tienen más que ver con las herramientas que facilitan, la confianza que construyen y la buena distribución del tiempo, que simplemente con el orden de las lecciones y el espacio físico.

Sin embargo, la imagen con que lo ilustran me ha hecho pensar en el espacio físico seguro.
No sólo los humanos, todos los animales que recuerdo necesitan un espacio seguro. Todos establecen una madriguera en la que sentirse seguros, que puede ser un espacio físico como lo son nuestras casas o puede ser un espacio de refugio como el que crean las manadas y rebaños o los bancos de peces envolviendo protectoramente a cada individuo. Ya sean nómadas o sedentarios, los seres vivos recurren al espacio seguro cada cierto tiempo, ya sea durante la noche, el día, el invierno o durante la época de cría.
Es una necesidad básica incluída en la Declaración de Derechos Humanos.

Bueno, muchos pintores establecen el espacio seguro de su trabajo en su estudio. En estos tiempos de crisis económica, muchos vamos a ver desaparecer ese espacio seguro y volveremos a pintar en una pequeña habitación de la casa. O estableceremos ese gran estudio portátil que es la libreta de apuntes. Y su hermano mayor el libro de artista, con las páginas abiertas como paredes creadoras de espacios mentales. El blog, la web, escenarios tan efímeros como la visita virtual, en los que caben un artista trabajando y cuantos quieran entrar a participar serán otro espacio seguro que se trasladará con nosotros allá donde vayamos.
Un espacio físico seguro para trabajar lo encontraremos en bares, bibliotecas, centros de arte y lugares públicos que nos ofrezcan el refugio, el silencio, la comunidad y los estímulos sensoriales o intelectuales que necesitamos para hacer lo que mejor sabemos hacer.

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