Cientos de dibujos de dinosaurios a todo color. Las viñetas ordenadas en las páginas como en los álbumes de cromos que rellenábamos de niños, y escrito al pie, el nombre en latín de cada uno, desde el
Brontosaurus al
Thyrannosaurus Rex. Los dibujos de los dinosaurios son realistas, con un perfil grueso de rotulador negro, coloreados a lápiz y situados en un paisaje. Me impresiona ver cómo van saliendo páginas y páginas que completan un atlas exhaustivo de dinosaurios, de la carpeta que nos enseña esta mujer de pelo cano y expresión dulce y firme:
_Los he dibujado para mi nieto. Es autista. Tiene siete años y lo sabe todo todo todo sobre los dinosaurios. A veces me corrige, y me dice:
"_No, abuela, no se escribe así, lo has hecho mal. Pero no te preocupes, me gustan igual."
Y sonríe recordando a su nieto.
Acabo de conocer a Flora Goldberg, pintora, grabadora y escultora mejicana, en casa de Ulises Cortés y Helena Martínez. Levanto la vista de los dinosaurios, porque me dice señalando la pared que tengo a un lado:
_Esos dos grabados son míos.
Son dos figuras a tamaño natural, de trazo firme y expresión serena.
Flora Goldberg me explica que nació en París, y a los siete años tuvo que huir a México con su madre cuando los nazis invadieron Francia. Muy joven, con diecinueve años, su padre le enseñó unas de sus acuarelas a su amigo Diego Rivera, el gran pintor muralista mejicano, que al verlas la invitó a acudir a su casa como discípula. Yendo a su casa coincidió con Frida Kahlo, a la que recuerda pintando siempre doliente:
_"Al entrar por primera vez en la casa de Altavista me sentí cautivada por la magia que se respiraba y por la deslumbrante personalidad del maestro Diego Rivera, que pintaba con pasión al tiempo que explicaba historias fantásticas. Decidí ser pintora y dejé la carrera de Química."
Rivera le habló de la libertad en el arte y la constancia en el oficio:
_"El pintar no es solo inspiración, sino diligencia."
En 1957 Flora se casó con Pablo Rudomín, eminente científico que ha recibido el Premio Principe de Asturias por sus trabajos de biología, con quien ha tenido dos hijos.
_"La maternidad fue un período muy importante para mi. El ver día a día cómo mis hijos crecían, fue un período mágico, milagroso. La maternidad es un tema constante en mi obra.
Mi experiencia en lo que concierne a seguir trabajando en el arte teniendo una familia, es que todo el tiempo desde que mis hijos eran bebés, siempre encontré la forma y el tiempo para trabajar en el arte, fué a base de organizarme y sacrificar sueño y vida social. (Y claro también porque no tenía que trabajar para la manutención de la familia, de eso se encargaba y sigue encargándose mi marido). Lo que yo siento es que la labor creativa se vuelve un vicio para ciertas personas, por lo que si no lo hacía sentía que me faltaba algo y me sentía vacía y hacía hasta lo imposible para trabajar. Hace algunos años pasé mucho tiempo enferma, pero inclusive entonces seguí trabajando."
La crítica Marta Traba ha dicho que Flora Goldberg "dibuja a golpe de corazón, con líneas profundamente humanas y reales". Creo que ese golpe de corazón se ha hecho más evidente si cabe desde hace unos años, al iniciarse en la escultura. Flora nos dice que:
_"El cuerpo es nuestra posesión más preciada y solo se nos presta temporalmente. Quizá por eso queremos plasmarlo y darle eternidad a través del arte".
La suya es una pintura costumbrista que ha leído del realismo mágico. Mientras hojeo las páginas del libro monográfico que muestra su obra pictórica, me llaman la atención el cuadro de unas figuras con coronas de flores en la cabeza.
_Son gente de Chalma, un pueblo cerca de Toluca. Es tradición que en Cuaresma, todo el pueblo, niños, hombres, mujeres y ancianos, salgan a la calle adornados con coronas de flores en la cabeza, para ofrecerlas después a San Nicolás.
En el libro se suceden los cuadros de hombres, de mujeres y niños, de flores y de aves, mostrando que esta artista no ha dejado de trabajar incansablemente todos estos años. Inspiración y diligencia.
Su dibujo es estilizado, de texturas trabajadas y líneas airosas, sus temas son en muchos casos alegorías, como en "Susana y los viejos" o "Caligrafía".
Tiene series dedicadas a frutas o a flores, encarnadas en una figura femenina.
En 1972 decidió aprender grabado y se dirigió a un renombrado Centro de arte que lamentablemente ya no existe, donde se formaron importantes grabadores mejicanos en un ambiente artístico y creativo muy fructífero:
_"Cuando llegué al Molino de Santo Domingo creí llegar al mundo de Alicia en el País de las Maravillas. Un lugar de silencio y sosiego."
Hace algunos años empezó de una manera autodidacta a trabajar la escultura en madera, un material que selecciona no solo por su textura sino también por el carácter simbólico de su color.
Utiliza madera de caoba:
madera de ceiba:
o madera de cedro blanco:
Sin boceto previo, esculpe para sacar a la superficie la escena que ella ve en el trozo de madera que ha elegido para trabajar. Sigue centrada en la figura como ocurre en su pintura, aunque con formas más sintetizadas, por lo que a veces las cabezas pierden el rostro, tal como puede verse en las esculturas de Henry Moore, que creo es uno de sus referentes. La expresión del movimiento, que se hace tridimensional y palpable, es por lo tanto más sensual que en su pintura. Los tamaños varían mucho, algunas son piezas pequeñas, otras son grandes, o enormes, como el torero y el toro bravo que han surgido con ímpetu del enorme tronco de nogal en el que trabajó durante meses.
Flora Goldberg es una mujer hermosa, con una espléndida
vitalidad, que ha puesto su corazón en una vida dedicada al arte.